lunes, 13 de mayo de 2013

AL OTRO LADO DEL TÚNEL


DE BULNES A PONCEBOS POR LA CANAL DEL TEXU

Actividad: Acceso a Bulnes en funicular. Marcha hasta Poncebos por la Canal del Texu
Ruta: lineal
Longitud: 5,33 km
Desnivel acumulado subiendo: 45 metros
Desnivel acumulado bajando: 463 metros
Altitud máxima: 660 msnm
Altitud mínima: 242 msnm
Duración: 90 min.
Fecha: 11 de Mayo de 2013



El Caminante no ha conocido los tiempos en que había pueblos sin carretera ni luz eléctrica, accesibles solo a pie tras largas caminatas, cuyos pobladores debían ser autosuficientes durante largas temporadas, y en los que una mula era la única posibilidad de abastecerse desde el exterior. No los ha conocido, pero ha escuchado a gente mayor hablar de sitios así, y le han sido descritos en alguna de sus lecturas. Puede hacerse una remota idea de lo que era aquello.

Los hijos del Caminante ni siquiera imaginan lo que es vivir sin ADSL ni TDT, sin servicio de recogida de basuras diario ni farmacias de guardia. Por eso, no es sorprendente que, después de explicarles varias veces que conocerían un lugar sin coches ni asfalto, encerrado en un valle escondido, sigan preguntando si habrá algún quiosco para comprar el último número del National Geographic para niños, o si podrán ver la carrera de Fernando Alonso.

En 2001 fue inaugurado, tras no pocas polémicas, el Funicular de Bulnes. A través de un agujero perforado bajo la Peña Main, salva unos cuatrocientos metros de desnivel en un recorrido de algo más de dos kilómetros que recorre en casi ocho minutos. Las asociaciones ecologistas, siempre amigas del no y enemigas del progreso ajeno, protestaron todo lo que pudieron, sin tener en cuenta la revolucionaria mejora en las condiciones de vida que para los habitantes de Bulnes supuso la obra de ingeniería. Habría que preguntarse si estos activistas viven en sus casas sin agua corriente, iluminándose y calentándose con hogueras.



El caso es que Bulnes, próximo a una muerte lenta por despoblación, ha revivido a la sombra del turismo y del acceso a servicios y dotaciones básicos, siendo la única queja de los lugareños que el horario del funicular no sea más amplio.

El acceso a Bulnes se hace, ya sea a pie o en funicular, desde Poncebos, pueblo situado en el extremo Norte de la archiconocida Garganta del Cares. La llegada a Poncebos, desde Santander, se efectúa por una ruta pintoresca que a partir de Panes remonta el estrechísimo Valle del Cares hasta Arenas de Cabrales, capital de la comarca cabraliega. La tardía llegada de la primavera tras un invierno cargado de nieves se traduce en un ímpetu de aguas bravas color turquesa que impone respeto.





En Poncebos, se abre inquietante la boca en la montaña. El Funicular es, no cabe duda, algo más que caro. Molesta pagar, pero consuela pensar que el precio es un filtro a la masificación más arriba. Además, los vecinos de Bulnes no pagan. Tal vez deberían, piensa El Caminante, cobrar también por acceder a la Ruta del Cares.




Como siempre, la novedad del medio de locomoción excita a los más pequeños.



Atravesada la montaña, se llega a las inmediaciones de Bulnes, y se abren vistas a la falda del Monte del Acebuco. Remontando un camino ancho, en cinco minutos se accede a La Villa, que es el núcleo más bajo de los dos que integran Bulnes.




La Villa se recorre en cinco minutos, y se encuentra en perfecto estado. Dicen los que la conocían que antes de 2001 el suelo era un amasijo de barro y boñigas, y que los muros de las casas se venían abajo irremisiblemente. La mayor parte de los 22 habitantes de Bulnes viven en La Villa, dedicados a tareas agrícolas o al turismo.




Un puente de madera constituye el núcleo del barrio de La Villa. Junto a él se encuentra una pequeña iglesia que hace tiempo que está clausurada.



Enseguida, la familia se acerca al Mirador de Bulnes, una estructura de madera habilitada en 2009 para otear el siempre esquivo Naranjo de Bulnes o, más propiamente, Picu Urriellu, o simplemente El Picu, como le llaman los lugareños. La subida se las trae, pero es corta. A la derecha, unas torrenteras se despeñan, dando lugar a lo que será el Río Bulnes.




Desde el Mirador, se contempla el Barrio de El Castillo, que es la parte alta de Bulnes, con el Murallón de Amuesa detrás. En la Canal de Amuesa se distingue el camino hacia el Refugio de Cabrones.






Por encima, el Monte del Acebuco impide la visión de los Picos de Europa.




Sin embargo, la brecha de la canal que desciende desde la Majada de Camburero habilita un resquicio. Allí, las nubes juegan un rato hasta deshacerse en jirones y desvelar el perfil de este enorme diente de piedra que forma el Naranjo.






La espera merece la pena, no solamente por el resultado, sino por ver a los más jóvenes dejarse llevar por no sé qué ínfulas montañeras que hacen que espontáneamente se encaramen a los riscos más próximos y descubran que es posible divertirse sin enchufar nada en la pared. En un abrir y cerrar de ojos, el Urriellu vuelve a arroparse en un velo, como indicando a los excursionistas que ya es hora de ir a comer.





De regreso a La Villa, la terraza de El Redondín es la elegida, entre las cuatro que hay, para comer. Es la última río arriba desde el puente, a la derecha. La terraza es sonora, que no ruidosa, porque está pegada a unos saltos del agua del Río Bulnes.





El sol calienta lo justo para no sofocar, y acompaña a la sidra, fabada, y demás comida. Un acierto.





En la sobremesa, los niños, que se han quedado sin su revista, pueden sin embargo ver a Fernando Alonso en la televisión, y es que Bulnes ya no es lo que era. Es momento de disfrutar de las vistas.



Pero pronto hay que echar a andar, porque el regreso a Poncebos será a la antigua usanza, sin ayudas mecánicas. El indicador, optimista, anuncia una hora de paseo hasta abajo. Más prudente sería reseñar una hora y cuarto. La familia, sin prisas y con niños, tardará hora y media.



A la salida de La Villa, una placa en la tapia del cementerio honra a Luis Martínez "El Cuco", primer montañero fallecido en el Urriellu en 1928, al menos oficialmente, cuyos restos reposan en este camposanto.



Desanda la ruta el camino desde La Villa hasta el túnel del funicular y, siguiendo aguas abajo a la derecha del Río Bulnes, pronto alcanza el Puente de Colines, desde donde se puede subir directamente al barrio de El Castillo, siendo la vía de aproximación más habitual hasta el Refugio de Cabrones, próximo al Torrecerredo, techo de los Picos de Europa.




A partir de este punto el sendero se va adentrando en la Canal del Texu, y empieza la discusión. Asegura el benjamín que eso no es un sendero, porque tiene piedras por todas partes. Su madre le da la razón, y opina que más bien parece un camino de cabras.







Se cuenta que para abrir estos caminos lo que hacían era soltar a un burro y dejar que la bestia sola indicase cuál era el mejor sitio por donde subir (o bajar). En este caso tocó un burro valiente, puesto que se arrimaba al precipicio continuamente.





La pronunciada bajada por el desfiladero concluye en el Puente del Zardo, donde se alcanza la orilla opuesta del Río Bulnes.




Unos metros más adelante, el puente de piedra de la Jaya atraviesa el Río Cares y permite el acceso a la pista que llega desde Poncebos.






Los niños acaban de vivir su primera experiencia en los Picos de Europa, y quién sabe si el día de mañana evocarán esta excursión camino del Torrecerredo, del Llambrión, o del mismísimo Urriellu, El Picu.

6 comentarios:

  1. jeejej, unss bonitas fotos,. Lo bueno de una buena Camina es un buen comida.... las fabes tenian una pinta cojonuda.

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    1. Estabasn buenas... Tú siempre pensando en lo mismo.

      Muchas gracias.

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  2. Los niños y mamá ya imbuídos del espíritu montañero del pater familias...
    Muy buen reportaje. Mis felicitaciones al dueño de la cámara y del verbo...
    María C.

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    1. Más los niños que la madre, pero vamos por buen camino.

      Muchas gracias.

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  3. Muy buen reportaje. La frase sobre los ecologistas que niegan el progreso a los demás, mientras ellos tienen de todo en la ciudad, me llega al alma. Ese recorrido ya lo he recomendado varias veces a "colegas" montañeros cuya "parienta" no es amiga de andar.
    Saludos

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  4. Efectivamente, un recorrido de iniciación al lado de los Picos. Yo ya lo conocí hace un par de veranos, pero cuesta arriba, camino de la Canal de Amuesa y el Refugio de Cabrones, y enseguida pensé que me gustaría llevar a los niños allí. Gracias por tu comentario.

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